Escribe Alfredo Gálvez / Programa de Conservación de la SPDA

En el Perú existen lugares únicos, de belleza particular y características especiales que no están necesariamente resguardados en el ámbito de las áreas naturales protegidas administradas por el Gobierno Central. Árboles, montañas, cataratas, ríos, piedras, incluso olas, son valorados en términos de paisaje, antigüedad, historia, entre otros, y forman parte de nuestra cultura y riqueza, pero se encuentran expuestos a una serie de amenazas, al punto de que podríamos perder estos tesoros naturales.Hablamos, por ejemplo, de la Catarata de Yumbilla en Amazonas, la cual supera los 895 metros de altura y que, de acuerdo a estudios realizados por el Instituto Geográfico Nacional, es la quinta  catarata más alta del mundo; o del Cañón de los Perdidos en Ica, formado hace más de 40 millones de años cuando dicha zona fue un mar extenso que albergó diversas especies de cetáceos actualmente extintos, cuya extensión supera los 5 kilómetros y tiene una profundidad de 150 metros; o el río hirviente del Amazonas en Huánuco, cuyas aguas llegan a alcanzar los 90° grados centígrados de temperatura, siendo aún un misterio el origen de este fenómeno, teniendo una importancia espiritual para la población ayahuasquera Asháninca que vive en la zona, por sus propiedades medicinales únicas.

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Lago Umayo en Puno. Foto: Walter Wust / SPDA

Y es que a lo largo del tiempo, los gobiernos han optado por establecer áreas protegidas en espacios muy grandes y sumamente difíciles de gestionar, dejando de lado a aquellos espacios de reducida extensión, únicos en rasgos paisajísticos y valores culturales, los cuales han sido protegidos por la población local durante miles de años a través de las generaciones, y que guardan en sí un significado especial que une a las personas con la naturaleza, ya sea a través de manifestaciones culturales, conocimientos tradicionales, o sentimientos especiales.

La normatividad sobre áreas protegidas[1] no consideró dentro de las categorías de áreas protegidas de nivel de gestión nacional la de Monumento Natural, ya que se pensaba desde un inicio que mientras más hectáreas se protegieran, mayor sería el beneficio y mejor conservados los espacios. Sin embargo, esto resulta totalmente falso en la actualidad ya que la gestión de un espacio tan reducido como el de los Monumentos Naturales puede realizarse de una manera mucho más efectiva y eficiente, sobre todo teniendo como aliados a la población local y los gobiernos locales, con sus costumbres, sus conocimientos, sus tradiciones y su relación armoniosa con la naturaleza y el ambiente.

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Dunas de Ocucaje en Ica. Foto: Walter Wust / SPDA

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), organización que establece las categorías internacionales de áreas protegidas que deberían adoptar los países, dispone de un estándar mundial de 6 categorías[2] de figuras legales para la conservación de la naturaleza. Dentro de esta clasificación, en la que están consideradas las figuras de Parque Nacional y Reserva Nacional, se encuentra la figura de Monumento Natural (Categoría III) la cual se caracteriza por proteger específicos rasgos naturales sobresalientes y la biodiversidad y hábitats asociados a ellos, proporcionar protección a la biodiversidad en paisajes terrestres o marinos que en ausencia de ella sufrirían cambios sustanciales, proteger lugares naturales específicos con valores espirituales y/o culturales cuando estos también cuentan con valores de biodiversidad y conservar los valores espirituales y culturales tradicionales del lugar.

Otros países como Estados Unidos, España, México y Chile son grandes ejemplos de la gestión de Monumentos Naturales a nivel internacional. Estos llevan años gestionando Monumentos Naturales dentro de sus sistemas nacionales de áreas protegidas, habiendo promulgado leyes que datan, por ejemplo, del año 1906 como en el caso norteamericano, con un sistema conformado por 114 sitios que ostentan esta categoría de manejo, o del año 1989 como en el caso español, el mismo que cuenta con un sistema conformado por 328 Monumentos Naturales.

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Cañón de los Perdidos en Ica. Foto: Walter Wust

En el caso peruano, la gente quiere proteger sitios naturales con los cuales han tenido y mantienen una conexión espiritual especial; quiere mantener su belleza escénica; quiere conservar sus historias y leyendas en torno a estos sitios. La naturaleza inspira día a día a las personas, a través de sus paisajes, rasgos y manifestaciones. El ser humano no solo depende de la naturaleza para su existencia, sino que también encuentra su equilibrio emocional, psicológico y sentimental en ella. En el Perú, existe una serie de lugares naturales que han sido admirados y conservados por la gente durante años, incluso siglos. ¿Qué esperamos para protegerlos legalmente y gestionarlos desde el Gobierno, la Sociedad Civil y la población?

 

 

 

 

 

[1] Ley de Áreas Naturales Protegidas, Ley 26834 y su Reglamento aprobado por Decreto Supremo 038-2001-AG.

[2]https://www.iucn.org/es/sobre/trabajo/programas/areas_protegidas_/copy_of_categories_wcpa_french_13012012_1128/